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Serbia y Turquía la primera semifinal

Que cinco jugadores turcos hayan terminado el partido en dobles dígitos en anotación (Tunçeri, Onan, Türkoglu, Ilyasova y Güler), los 27 puntos de diferencia o las celebraciones prematuras de público y jugadores no son sólo el reflejo de una victoria incontestable sobre una Eslovenia que llegó hasta donde pudo y a la que no hay nada que reprochar. Son la muestra de las aspiraciones máximas de un equipo conectado con un pabellón. La muestra de que la victoria, forjada en una maravillosa primera mitad, es tanto triunfo como símbolo. Es un aviso al Mundo.

Sabedora de la importancia de la línea exterior ofensiva eslovena, Turquía salió desde buen inicio a presionar muy arriba, para impedir que los cerebros de Lakovic y Dragic pudieran actuar. De ahí que el que empezara más entonado fuera Nachbar (6-10), aprovechando una defensa un tanto más laxa de Türkoglu. El ejercicio era de alero contra alero, con Hidayet tomando el control del balón en el otro aro (con la salvedad de los tiros de Tunçeri), aprovechando ya fuese su superioridad en el poste bajo o los espacios para el lanzamiento exterior (10 puntos, 7 asistencias y 4 rebotes).

El Mundial se había empezado a acostumbrar a increíbles primeros cuartos. Así fue el Argentina-Brasil, así el Serbia-España y así lo estaba queriendo Turquía, anotando desde cualquier punto posible de la pista, con Onan e Ilyasova apuntándose al festín anotador. Ante el roce de la perfección de los porcentajes otomanos, suficiente hacía Eslovenia con mantenerse en el partido. El contraataque conducido por Türkoglu y culminado en un mate tras cabalgada de Ilyasova desplegaba toda la belleza que puede llegar a encerrar el conjunto de Tanjevic y ponía una diferencia que explicaba lo arrollador que puede llegar a ser. Un 10-0 de parcial para los locales al final del periodo permitía ese demoledor 27-14, con Turquía desplegando uno de los juegos más bellos, pasando por encima de su rival, sin miedo a correr y situándolos en ese peligroso punto de ruptura temprana de partido.

La afición llevaba en volandas a un equipo tocado por la divinidad, en el que poco importaba que saliera Güler a clavar dos triples, que lo hiciera Arslan, para salirse con un triple a lo Teodosic al final de posesión. Eslovenia se había convertido en todo aquello que no había sido durante el campeonato (con la excepción del partido ante USA): un juguete. Turquía creaba la belleza a partir de su relacón con el aro, que le ponía, insultantemente, por encima de la veintena (44-23).

El titánico esfuerzo esloveno, de la mano de un combativo Sani Becirovic desde el banquillo (16 puntos, máximo anotador de su equipo junto a Nachbar), en los minutos previos al descanso sólo servía para estabilizar el partido. Turquía ya no estaba tan cómoda en la batalla, si ésta no se resolvía por arrasamiento, aunque el 50-31 plasmaba sin problemas tanto la superioridad como la felicidad. Un equipo turco que a cada partido despliega más luz a su alrededor, frente a la consistencia eslovena, que resulta pero no emociona. No así Turquía.

La segunda mitad se planteaba ya como un premio al trabajo hecho. Eslovenia se encontraba más cómoda sobre el parqué, Turquía no alcanzaba la fluidez ni la brillantez. Con dureza defensiva, los de Memi Becirovic lograban parar el encuentro, lo que cortaba el suministro de gasolina a la apisonadora turca. Tampoco se rasgaba las vestiduras, el mensaje ya estaba mandado: son más que peligrosos, son candidatos a todo, son una maravilla. Y se ponen hasta 28 arriba, en un reverso de la primera parte, con mayor trabajo, brillo más puntual, balones interiores para aprovechar la superioridad y búsqueda de las debilidades del rival.

Los centroeuropeos no querían más que un adiós digno, mientras Turquía mostraba todo lo que pueden dar sus jugadores guiados por una dinámica alcista como la que vive rodeado de su público. Que Güler puede ser un anotador racheado más, que Gonlum hace un gran trabajo como especialista en la intimidación y el rebote, que Savas también puede aportar minutos de intensidad en pista... En definitiva, que están preparados para recibir a Estados Unidos. Porque Turquía aspira al máximo. Su público lo sabe y Türkoglu también, que no deja de mantener un diálogo gestual constante con la grada, como preparándoles para que celebren ahora y esperen para algo todavía más grande.

Teodosic condena a España

El baloncesto es tan bello como cruel. Aunque algunas veces no lo quisiéramos, pero siempre premia el talento y hoy lo ha hecho con Milos Teodosic. Un jugador diferente, capaz de no empezar el Mundial por una agresión en un amistoso y de ganar un partido con un triple de ocho metros a falta de tres segundos. Ese ha sido el castigo de una España que entrega su corona mundial antes de tiempo al caer por 92 a 89 frente a Serbia.

El partido fue vibrante, con minutos de gran calidad, pero también con imprecisiones, nervios y dureza; ingredientes que lejos de afear el espectáculo, lo hacen más bello para el ganador. Y ese fue una Serbia muy efectiva que cumplió venganza del rival que le privó del oro en el Eurobasket hace un año.

España no jugó su mejor partido porque le faltó fuerza en defensa para evitar que Serbia se fuera por encima de los noventa puntos, pero con todo tuvo sus opciones. Siempre estuvo por detrás del marcador, yendo y viniendo. A tirones y jugando con fuego… el problema es que se terminó quemando.

Ni lo 27 puntos de un pletórico Juan Carlos Navarro, la entrega y efectividad de Jorge Garbajosa (18 puntos y seis rebotes) o la defensa de Sergio Llull y Rudy Fernández (15 puntos), frenaron las ansias de victoria de una Serbia también muy completa. Con un discurso inicial donde brilló el alero de Caja Laboral Nemanja Bjelica (14 puntos sin fallo en los tiros de campo) y NovicaVelickovic (17). Luego en la segunda parte fue el turno de Dusko Savanovic (15 puntos) y Marko Keselj (5/7 en triples para 15 puntos), geniales en momentos determinantes. Y todo en espera de su genio.

Milos Teodosic siempre estuvo allí, en las broncas y en los pases; en la defensa y en el ataque. Porque puede ser que no fuera su día y fallara seis de los siete primeros triples que intentó pero metió el más importante. El de la victoria.

El partido comenzó de manera vibrante, Velickovic anotaba sus dos primeros triples y la efectividad serbia metía el miedo en el cuerpo. Sin embargo que el juego fuera rápido beneficiaba España porque se encontraba cómoda corriendo y consumiendo ataques cómodos y también se enganchaba con los primeros puntos de Navarro. La alegría del Argentina-Brasil se transmitía en este arranque y ambos conjuntos competían en un concurso de triples del que Serbia salía más favorecida con unos enchufadísimos Velickovic y Bjelica, autores de 20 de los 22 puntos que llevaba su equipo (22-13).

Un parcial de 8-0 obligaba a Sergio Scariolo a pedir su primer tiempo muerto, el ritmo de juego era el que se deseaba a priori pero la realidad del duelo decía lo contrario y era el rival quien se sentía mucho más cómodo corriendo y lanzando triples que España. Era necesaria una llamada al orden y a la defensa. Recomponer filas y ajustas emparejamientos donde claramente se era inferior.

Estos ajustes comenzaron a dar resultados y un parcial de 10-4 en los últimos minutos del cuarto minimizaba la ventaja serbia. Pero claro, todo es mucho más fácil si en tu equipo juega Juan Carlos Navarro y comienza el encuentro pletórico. El escolta se echó el equipo a las espaldas, anotó ocho puntos en ese parcial y terminó el período con 11 puntos (5/6 en tiros). España respiró a medias porque si bien la desventaja sólo era de cuatro puntos (27-23), el panorama no era el óptimo. Sobre todo porque la defensa española no era tan dura e intensa como requería la ocasión y Serbia se mostraba casi infalible (69% de efectividad en el tiro).

Las órdenes eran claras y el encuentro cambiaba en el inicio del segundo cuarto, la efectividad desaparecía pero para los dos equipos y la mala suerte impedía que los ataques elaborados de España acabasen en canastas. El aro repelía los lanzamientos de Reyes y Mumbrú cuando se celebraban desde la grada y costaba producir en la dinámica positiva en la que el equipo se empezaba a encontrar. Y es que la segunda unidad volvía a dar grandes dividendos, cerraba el camino de la anotación al rival y, poquito a poco, llamaba a la puerta del encuentro ahora sí corriendo y metiendo. Lo que siempre se le dio bien a la selección (29-28).

Pese a ello, costaba terminar la remontada y por dos ataques consecutivos desaprovechó la oportunidad de ponerse por delante en el marcador por primera vez en el encuentro. Circunstancia ésta que supo aprovechar Serbia para ampliar la diferencia a siete puntos.

Si en el primer cuarto, Velickovic y Bjelica (no anotaron en el segundo cuarto) asumían el peso anotador del equipo, ahora era un sensacional Milos Teodosic el que quería saldar cuantas pendientes del año pasado donde no lució en la final de Katowice y enlazaba buenas acciones ofensiva anotando o asistiendo al equipo. En España también había cambios de anotadores y ahora el triplista se vestía con la camiseta del número 15 de Jorge Garbajosa. El pívot del Real Madrid clavó dos triples seguidos que rescataron a España de la segunda escapada serbia (42-38).

El choque se endurecía por momentos, Serbia subía dos puntos su defensa y tenía a Navarro como principal punto de los golpes. Le agarraban en cada carrera, en cada bloqueo que pretendía realizar y eso entorpecía sus acciones y por extensión la de un equipo que sin su líder no encontraba la fórmula de recortar la ventaja donde Serbia se sentía cómoda y mandaba el encuentro al descanso. El 49-41 era un resultado más preocupante por las sensaciones que dejaba que por la diferencia en sí. Ocho puntos en baloncesto no son nada si se defiende con fuerza, se entorpece cada tiro y en ataque se ofrece diversidad de recursos. Para España estas eran las soluciones que debían encontrar en la charla del descanso. De hacerlo lograría meterse en el encuentro, de lo contrario ya sabía lo que le esperaría. Serbia no estaba por la labor de regalar el pase a semifinales.

Y en minuto y medio todo cambió. A priori de lo visto 20 minutos antes, nadie se imaginaría que España empataría el encuentro a 49 en tres ataques. La línea de tiros libres bendecía al equipo, cinco puntos llegaban desde allí y Garbajosa castigaba la torrija serbia con un nuevo triple. Ivkovic se dejaba la voz y reclamaba un tiempo muerto para despertarles. Además del resultado la buena noticia que dejaba el encuentro eran las terceras faltas de Bjelica y Teodosic.

Por fin España se ponía por delante y lo hacía con una canasta de Navarro que cerraba un parcial 10-0 mágico para los intereses españoles. El partido entraba el columpio de un punto arriba para cada equipo y ni siquiera la antideportiva a Garbajosa cortaba la ascensión de juego española (57-58).

No había concesión, los dos equipos se empleaban a fondo y todos disfrutaban del partidazo que estaban brindado los jugadores aunque los nervios hacían que se cometiera alguna que otra precipitación aunque eso le iba bien a España y lograba tres puntos de ventaja en el tramo final del cuarto. Serbia sufría para sumar puntos y entonces pensó que la mejor opción era volcarse con aquellos que también lo hicieron en el inicio de la encuentro. Así, Velickovic se reenganchaba a la anotación y dos canastas suyas devolvían el liderato a su equipo al final del período (67-64).

España había funcionado durante tres cuartos a arreones, en términos ciclistas hacía “la goma” con una Serbia que pese a verse por debajo en el marcador había recuperado el juego. La madurez de un año más de experiencia también se nota en estos pequeños matices.

El comienzo de último cuarto ratificaba esta sensación y un 5-0 de parcial volvía a poner a España entre la espada y la pared. Los balcánicos se encontraban muy a gusto con la ventaja adquirida y Savanovic castigaba a España con dos canastas de calidad al poste bajo y un triple que lo complicaba todo (77-69).

Como en la primera parte, Navarro asumió sus galones de capitán y fue el encargado de ir sumando puntos en espera de que la defensa zonal volviera a ser efectiva y en ataque aparecieran nuevos protagonistas. Rudy lo hacía con una afortunada acción de dos más uno tras un ataque muy atascado, pero la respuesta era un triple de Bjelica. Todo seguía igual. O no…

Navarro ya no tenía el acierto que en la primera parte, lo intentaba pero no le salía las cosas y un mal pase se convertía en un contraataque serbio que Savanovic convertía desde el 6,25. Ahora el panorama era desolador: ocho puntos de desventaja y sólo cuatro minutos por jugarse (86-78). Navarro se tiraba de los pelos, necesitaba un respiro y éste llegaba en el momento menos oportuno.

Con el marcador controlado, Serbia decidió dormir el encuentro y tirar de todo su carácter y experiencia balcánica para sedar a España antes de acabar con ella. Ese era el plan, pero no contaba con el carácter español y con el hecho de que cuando dejas de mirar el aro corres el riesgo de no anotar. El tiempo muerto de Ivkovic les despertó, Keselj metió un triple que levaba la emoción y provocaba que la selección española no tuviera margen de error. No lo hizo con el triple de Navarro, pero sí cuando tuvo el balón para empatar y no señalaron nada en la entrada del escolta catalán.

Quedaba 37 segundos y España tenía una nueva oportunidad para empatar. Y lo hacía… además rápidamente. El mate de Marc Gasol empataba el encuentro a 89 y dejaba un ataque para cada equipo. Quien fuera más efectivo se llevaría el encuentro.

Y lo fue Serbia con un genio llamado Milos Teodosic. El base quería vengarse de España y lo hacía de la forma más cruel, anotando un triple de ocho metros después de dormir toda la posesión el balón y forzar el cambio defensivo en el bloqueo directo. España tenía un ataque de tres segundos pero no consiguió ni tirar. Jorge Garbajosa no controló el balón y a España se le fueron con él las opciones de medalla. Serbia y Teodosic cumplían su venganza (92-89).

Fotos: FIBA Americas
Fuente: ACB.com

COMENTARIOS (1)

SERBIA le gana a SOBERBIA 08/09/2010

Realmente me encanta el basket español, pero tiene detras un sequito de periodistas de media caña - prensa escrita y televisiva-, que lo unico que hacen es ensalsar a los jugadores y convencer al publico<(<al menos lo intentan) de que son los mejores del mundo, imbatibles y superheroes ) , a tal punto de llamarse asi mismos la ÑBA , lo mismo sucede en el futbol, y el tenis, quiza los resultados les hizo ser asi, pero que pedantes son, a tal punto que se te montan en un huevo.- Vaya mi homenaje a estos señores que ahora le hechan la culpa al tecnico por no cortar con foul la ultima jugada .- (cualquier coincidencia con la Argentina es pura casualidad)

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