• 24-04-2024
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"El básquet me salvó la vida"

La lluvia se apodera de la ciudad correntina, pero eso no es problema para el norteamericano Leemire Goldwire, que deja todo de lado y se reúne con Pick and Roll en el Club de Regatas. Con la capucha puesta e inmerso en el celular parece un hombre introvertido. Sin embargo, a medida que va pasando la entrevista, el base remero muestra una personalidad cálida y entretenida.

Lee es un hombre de mil vivencias al que le encanta jugar al básquet, viajar y sobre todo conocer nuevas culturas, motivo por el cual decidió venir a la Argentina. Una personalidad que no sólo vive en el mundo de la naranja, sino que también opina acerca de temas políticos como la administración de Donald Trump, de la que dice estar “en desacuerdo”.

Frente a la playa y con el Río Paraná de fondo, Goldwire cuenta su dura infancia en una comunidad de color y sin pelos en la lengua habla de las cosas que verdaderamente importan en la vida. “En nuestra ciudad si sos de color tenés tres opciones: Ser narcotraficante, rapero, o deportista. Por suerte yo pude elegir la tercera opción”, expresó con dureza.

¿Cómo empezaste a jugar al básquet?

Tengo un hermano mayor y básicamente jugué al básquetbol toda mi vida. En mi familia jugamos y vemos deportes todo el tiempo. El primer deporte que amé fue el fútbol americano y el baloncesto fue algo así como la segunda opción. También tuve un primo (Anthony Goldwire) que solía jugar en la NBA y también es mi mentor.

¿Tenés un jugador o equipo favorito?

Soy un fan de Kobe (Bryant), así que desde que se retiró no tengo un jugador al que me guste ver. Me gustaba ver a los Knicks en la época en que Alan Houston estaba jugando allí, tenía un gran lanzamiento de media distancia. Luego vi a los Lakers de Shaq y Kobe y me convertí en un fanático de ese equipo. Sobre todo disfruto más de los jugadores que de otra cosa.

Después de tu infancia, fuiste a jugar a los 49ers de Carolina del Norte, ¿cómo fue esa experiencia?

Fue una gran experiencia porque fue mi primera vez fuera de casa y fue el lugar que me transformó en la persona que soy hoy. Aprendí mucho sobre mí mismo en ese lugar, estando lejos de la familia y de todos mis seres queridos.

Hablamos con algunos jugadores estadounidenses que ingresaron a la liga en los últimos años y todos tienen algo similar que tomaron de la experiencia universitaria, ¿tenés alguna enseñanza fuera del básquet que te haya dejado la universidad?

Los entrenadores tienen un tiempo limitado para trabajar con los jugadores, por lo que el resto del tiempo depende enteramente de vos. Tenés que tener una mente profesional en los aspectos de cómo trabajar en tu juego, mirar partidos e ir al gimnasio. Esta experiencia me dejó mentalmente fuerte para estar preparado para el baloncesto profesional, jugar en el extranjero y tratar de ser siempre mejor.

¿Cómo combinan el lado del baloncesto con la parte educativa?

Es extremadamente difícil. Tenés que levantarte antes y trabajar más duro que los demás. Por suerte teníamos maestros que nos ayudaban mucho. Hablábamos con ellos por correo electrónico y podíamos enviar la tarea de esa manera. Pero es realmente una situación complicada que necesita de mucho sacrificio.

Después de la universidad no llegaste a la NBA, ¿cómo te sentiste al respecto?

Después de la universidad, entrené en Las Vegas durante seis semanas para prepararme para el draft de la NBA. Mi corazón, mi alma y mi objetivo estaban centrados en llegar a la NBA. Tuvimos una gran cantidad de pruebas: velocidad, debilidades, saltos e incluso ellos miden el tamaño de tus manos para ver si estás en el promedio de un jugador de la liga. Es bastante sorprendente y lo hice bien.

Después de eso decidiste ir a Grecia y jugar en el extranjero, ¿cómo fue esa experiencia?

Era mi primera vez lejos de todo, no conocía a nadie y nadie hablaba inglés allí. No sabía qué era jugar en el extranjero y eso fue en el año 2008, por lo que la tecnología para mantenerse en contacto y conectarse era algo difícil, porque no teníamos nada como ahora en ese momento. Ahora el mundo está cambiando. Fue mentalmente difícil, pero genial. Me llevó un tiempo adaptarme. En el estadio, la gente estaba fumando cigarrillos y los jugadores olfateaban todo eso, era una locura porque no era sólo un cigarrillo o dos, me refiero a que ¡todo el estadio estaba fumando! (dice con risa)

¿Cómo te hacías entender con tus compañeros de equipo, con el entrenador y las jugadas?

Teníamos un traductor. En el equipo, además, teníamos tres americanos y un jugador croata que hablaba inglés. Fue otra cosa en la cancha, porque cuando estoy en la cancha entiendo todo muy rápido.

¿Jugaste en muchas ciudades y viajaste casi por toda Europa, ¿tenés algo para contar al respecto?

Me llevó unos años apreciar las cosas. A veces todo lo que pensamos es América, América, América. No hablamos de lo que sucede en otros sitios. Yo, como americano, vi cómo son las personas en otros lugares y cómo se tratan entre ellas mismas. Conocí diferentes culturas y estas me hicieron ver cómo importan las familias en las sociedades europeas y argentinas. Me refiero a que en los Estados Unidos la familia es muy importante, pero no importa tanto como en Argentina o en Europa. Los adolescentes acá se quedan con sus padres hasta que se gradúen de la universidad. Es diferente en Estados Unidos, porque en nuestras comunidades de color una vez que te graduás de la escuela secundaria estás solo. El problema de esto es que no estás mentalmente preparado a los 18 años para ser y actuar como un hombre adulto.

Después de toda esa experiencia en Europa, ¿qué te hizo decidir a venir acá?

Tuve una oferta de un equipo argentino hace unos años pero no puedo recordar el nombre de cual, ¡los nombres de los equipos acá son muy difíciles de decir hombre! Para mí es otra experiencia en mi vida, quiero ver la cultura y poder hablar desde la experiencia misma. La gente a menudo habla de cosas en la vida que nunca experimentaron. Pueden decirle (por ejemplo) todo sobre Las Vegas, pero nunca estuvieron allí. Solo tenés una vida y tenés que amar lo que hacés.

Se podría decir entonces que sos una persona viajera...

Sí, claro. Por un lado extraño a mis hijos y quiero volver a casa para visitarlos, pero por otro lado me encanta viajar. Es difícil para mí, pero disfruto el desafío de intentar experimentar cosas nuevas y ser siempre un poco mejor. Creo que está muy bien y estas son cosas que elijo hacerlas.

¿Cómo ves al pueblo argentino?

He estado viendo juegos de fútbol y cómo responde la ciudad a ellos. Ustedes son simplemente muy orgullosos de su país. En Estados Unidos es muy diferente, nos importan los Juegos Olímpicos, pero no tenemos a toda la familia observándolos. Cuando meten en un gol es "wooooow" (dice Lee gritando). Cuando veo esto me alegro mucho porque es una locura, me encanta ese tipo de cosas y adoro vivirlo. Cuando la selección juega toda la ciudad está vacía y cuando alguien anota todos gritan, ¡es una locura y me encanta!

¿Te estás adaptando bien a la ciudad de Corrientes?

Es diferente. Una de las cosas más elocuentes que viví acá es la hora de la "siesta" (dice con un raro acento español en medio de una tímida risa). Pero es su cultura y respeto eso. Es una gran ciudad con excelentes restaurantes y hermosas playas.

¿Cómo es la relación con tus nuevos compañeros de equipo?

Es muy buena. Estoy tratando de entender lo que quieren ellos y lo que quieren los entrenadores. Vengo acá con una mente abierta, sin decir "yo soy el rey aquí". Estoy tratando de ser el relleno de todo y de complementarme con los jugadores.

¿Cómo ves el equipo ahora?

No tuvimos una gran pretemporada, así que estamos tratando de ver ahora mismo cómo vamos a jugar. El Super 20 para mí es una especie de pretemporada. Paolo (Quinteros) estuvo lesionado un tiempo y él es nuestra principal arma ofensiva. Todavía no estamos en plena fuerza. También tenemos un nuevo jugador y llevará tiempo, pero no me preocupa porque hay que respetar el proceso y creo que lo resolveremos.

¿Podés hacer diferencias entre la liga argentina, la europea y la estadounidense?

La mayor diferencia hasta ahora es como juegan físicamente en Argentina. Llevará un tiempo adaptarme a eso, pero me gusta el desafío. A medida que juegue algunos otros juegos más creo que seré mejor y podré ayudar de mejor manera al equipo.

También sos un orador motivacional, ¿cómo es eso?

Es natural para mí. Vengo de una vida difícil, crecí sin mis papás y fui criado por mi abuela, que falleció cuando yo apenas tenía 18 años. De niño tuve que lidiar con serios problemas. En mi antiguo barrio, podés vender drogas, ser rapero o jugar un deporte. Por suerte, pude elegir jugar el básquet y esto me salvó la vida, me enseñó muchas lecciones acerca de cómo enfrentarme a la adversidad y cómo presionarme cuando tenés problemas en la vida real, que desaparecen cuando venís a la cancha. También leo muchos libros para comprender las cosas y las perspectivas de otros en la vida. Quiero decir, no creo que mi manera sea la única, no creo tampoco que sea la mejor manera. Solo sé que estoy mejor porque abro mi mente a otras sugerencias. Yo, como orador motivacional, trato de compartir mi vida y mis experiencias para ayudar a otros.

¿Creés que podés cambiar la vida de algunas personas con esto?

Sin lugar a dudas. Todos tenemos la misma búsqueda de la felicidad. Vos podés tener hambre y yo también puedo tener hambre, vos te sentís excitado y también puedo sentirme así yo. Es decir, todos tenemos las mismas emociones, sin importar de qué país seamos. Tenemos los mismos problemas y la diferencia es cómo lidiamos con eso. Por ejemplo, no podemos estar enojados por los árbitros. Podemos culparlos o podemos hacer la nuestra y no poner excusas. Tenemos que resolver por nosotros mismos el problema y pensar cómo podemos hacerlo mejor.

¿Tenés personas que admiras fuera de la cancha?

Admiro al ex presidente Barack Obama. Algunas personas no les gustan la forma en que manejó la presidencia, pero me gusta cómo alguien como él fue capaz de mantenerse firme a través de toda la locura. Podés o no estar de acuerdo en cada decisión que alguien tome, es la forma en que manejan el problema lo que verdaderamente importa. Si cometo un error, puedo decir "es mi error y pedir disculpas" o puedo decir "jodanse, no me importa". Si te disculpas, me siento importante y te voy a respetar. También mi primo Anthony (Goldwire) es una persona que trato de copiar como hombre de familia y como persona.

Hablando de presidencias, ¿cómo te sentís acerca de todo el escándalo de Donald Trump en Estados Unidos?

Estos son tiempos realmente malos en Estados Unidos. No me gusta cómo Trump lidia con esos problemas, especialmente para las personas de color, no siente preocupación por nosotros. Algunos futbolistas se arrodillaron en el himno nacional y los insultó. También hay personas que llevan banderas confederadas de los tiempos de las guerras civiles y eso es algo realmente negativo. Él los llama personas muy buenas y eso es tan malo y preocupante (dice el oriundo de Miami con resignación). El presidente no ve el problema del racismo porque nunca vivió algo así, toda su vida fue rico y no tuvo grandes problemas. No tiene la empatía que sienten las personas de mi raza cuando somos perseguidos por la policía pensando que pueden matarnos. Es un poco frustrante

¿Ves una vida después del básquet?

Estoy seguro de que no jugaré como Tim Duncan hasta los 40 años (dice riendo a carcajadas). Probablemente me convierta en un orador motivacional de tiempo completo, pero mi amor por el baloncesto va a estar allí siempre. Quiero hacer algo relacionado con eso: Ser entrenador, asistente o cosas así. Nunca haré otra cosa que el baloncesto, porque tengo tanta pasión por este deporte al que jugué toda mi vida. Amo el baloncesto, practicarlo y jugar. Me encanta el proceso de cómo ser mejor y la competencia. No me veo fuera de esto.

Nacho Miranda

@nachomiranda14

COMENTARIOS (2)

Ernesto 19/10/2017

Muy buena nota

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LE POLETOSKY 05/03/2018

ERNESTO SOS TERRIBLE.TUS ASESORES!!!!!!

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