¿Es la parte o el todo?

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.net)
• 24/02/2018
• (15 comentarios )

Actitud sobra, por suerte. Porque los hinchas siempre invocan al famoso “factor H” cuando las cosas no salen. Afortunadamente casi todos saben que es imposible ganar al básquetbol a las piñas y solo con huevos. Hay que jugar mejor que el rival.

Establecido ya que no es: falta de deseos de ganar y sacrificio, también podemos agregar un dato más que nos despeja el comienzo para un análisis posterior: no hay egos que tapen el objetivo. El legado de la Generación Dorada sigue intacto, si bien el capitán aún los vigila de cerca, todos saben que la selección está por delante de las individualidades y se arma una cooperativa de trabajo en pos de la victoria. Y se nota a simple vista.

Entonces al hueso: ¿por qué argentina perdió el rumbo del juego? ¿Es por su base, Nicolás Laprovíttola?.

Lo primero que podríamos establecer (sin que sea preciso) es que la situación nómade que vivió Laprovíttola en los últimos tiempos pueden haber afectado su propio juego: De San Antonio Spurs en la NBA, a Baskonia de España, luego el Zenit de San Petersburgo de Rusia y ahora nuevamente en España, esta vez en el Joventut Badalona. En cada equipo viviendo coyunturas muy disímiles, de ascendencia en el juego y minutos. Sin haberse establecido, su juego debe adaptarse todo el tiempo y pierde identidad.

Lo segundo que uno debe preguntarse es: ¿Cuál es la misión de Laprovíttola en la selección? O por decirlo en buen romance ¿A qué quiere jugar la Argentina?.

Si existe un estilo que rinde beneficios, el jugador debe adaptarse y si no lo logra que pase el siguiente en la lista, pero ¿tenemos claro a qué juega Argentina?. Escarbemos.

Nuestro pivote titular juega 23 minutos de promedio en Murcia con 6.6 pts (44% en tiros de dos y 63% en tiros libres) y 4.6 rebotes. Sería ilógico pedirle que en la selección haga cosas muy distintas a las que habitualmente hace en un equipo donde entrena todos los días y lo conocen a la perfección.

A Marcos Delía le cuesta mucho defender un cinco potente como Esteban Batista y en ofensiva juega mejor de frente al canasto y en movimiento que de espaldas. No tiene un espíritu arrollador para ganar como sea y se maneja más bien por scouting y talento. No se le puede pedir lo que no hace.

Para otro día quedará buscar la respuesta por qué en 15 años la Argentina no fue capaz de desarrollar un pivote internacional, pero se sigue pensando que lo importante es jugar viernes y domingo.

Lucio Redivo, primera experiencia fuera del país en Bilbao Basket, es suplente, juega en su club 17.8 minutos por partido y logra 8.9 pts (35% en triples y 53% en dobles). A sus 24 años aún debe aprender muchas facetas del juego, principalmente jugar sin balón, penetrar a dos manos, romper para pasar. Pero es un goleador nato, tiene un gran tiro y la Argentina usa ese recurso. No es Juan Espil ni Paolo Quinteros, es Lucio Redivo y tiene que crecer. No se le puede pedir lo que no hace.

Nicolás Brussino demostró que es un jugador mucho más completo del que se fue. Es un especialista en el tiro de tres y le agregó una buena finta para penetrar. Sabe que gana con su salto y longitud, debería usar más su stop y tiro de media distancia, rebotea ahora más agresivo, pica bien el balón, aún le falta lectura de juego. Es una pieza muy valiosa.

Y más allá del base, el quinteto se completa con Luis Scola. No hay mucho para agregar a lo que todo el mundo conoce, salvo la idea que el calendario avanza para todos, inclusive para el capitán más grande de la historia de la selección. Anoche con 37 años, jugó 33:34 minutos (fue quien más tiempo jugó) por decreto de necesidad y urgencia. Tiene que jugar como pivote y con sacrificio y experiencia puede bancarse defender en ese puesto donde da ventajas de kilos y centímetros.

Para no abundar en particularidades que serían inconducentes, podemos exponer que si ese es el quinteto titular argentino el resto viene en esa misma línea o por debajo.

Entonces queda Nicolás Laprovíttola, quien debe organizar a todos y crear las mejores opciones para cada uno. Básicamente se trata de armar un traje a medida.

La selección de Sergio Hernández intenta imponer un estilo de riesgo y dinámica defensiva para hacer los puntos en velocidad, sea de ataque estacionado o contraataque. Defender y correr. Así aprovechará la ausencia de tiempo de trabajo que le da ciencia a la ofensiva estacionada. Eso fue justamente lo que hizo Uruguay ayer. Y lo hizo mejor.

Ahora busquemos los condicionantes:

Laprovíttola convive con el peso de estar en un lugar que tiene dueño. Ningún otro jugador de la selección soporta esa carga. De los que quedaron en Europa o afuera de esta convocatoria por descanso: Campazzo, Garino, Vildoza, Mata, ninguno tiene el puesto tan claramente comprado como Facundo Campazzo.

Pero también hay un condicionante con valor agregado: la selección de Sergio Hernández juega para que sus bases se destaquen ofensivamente. Quiere bases agresivos con el aro y con gol. La llegada de Balbi rompe un poco ese esquema, porque franco piensa primero en el pase y luego en el tiro. Acaso su convocatoria sea justamente el hecho compensatorio de lo que le falta al equipo. Y quedó en evidencia porque cerró el juego Balbi de base, que apenas tiene un puñado de partidos internacionales.

Si Laprovíttola no puede sacar a relucir su capacidad ofensiva, que muchas veces lo hacen ver más como un escolta que como base, el entrenador pensó en darle orden al equipo con otro jugador.

¿La situación se evidencia porque Sergio Hernández lo sentó en el cierre? En lo que a mí respecta, no. He visto a Sergio Hernández hacer lo que sea necesario para ganar y pensaré lo mismo de Laprovíttola por más que ayer no cerró el juego. Hace pocos días Pablo Laso, el entrenador del Real Madrid sentó nada menos que a Luka Doncic para ganar un juego de Copa del Rey. Le salió bien, pero la culpa no era de Doncic.

Y está claro que Sergio Hernández sabe muy bien quien es Laprovíttola y lo que puede esperar de él. Y también deja en evidencia que si el base no tiene una gran noche ofensiva pone a toda la selección inmediatamente en plan “B”. Porque no está Campazzo. Con Facu, la selección no necesita alterar la idea inicial.

Sobre los condicionantes actúan también dos factores: el propio y el ajeno.

Anoche Argentina jugó contra un equipo que le jugó con tres bases al mismo tiempo. Uruguay solucionó todos sus problemas iniciales cuando armó una media cancha de tres bases: Parodi – Barrera – Fittipaldo, con “Pepo” Vidal intercalando entre ellos.

Contra esa situación Argentina nunca jugó con doble base y trató mayoritariamente presentarle una respuesta contraria: Brussino de dos, Deck de tres, Scola y Mainoldi. Centímetros vs velocidad. Y ganó Uruguay porque bancó la falta de centímetros con sacrificio, y por la impericia argentina de aprovecharlo en un juego donde debió ir a otra velocidad. Es allí donde falta ciencia y sobra vértigo. Se le contestó gol x gol a la carrera con un equipo más pesado, a uno que era más dinámico y veloz.

En ningún momento la media cancha argentina controló defensivamente a la de Uruguay, más que lapsos muy aislados, un buen ingreso defensivo de Vaulet, y muy poco más.

En ese contexto de velocidad y duelo de bases, Uruguay se puso 3 contra 1 y Laprovíttola fue insuficiente para crear y no pudo jugar para sí mismo. Son culpas propias en el marco de una coyuntura. ¿Esto exculpa a Laprovíttola? No, Nicolás no está en su mejor versión y la selección está diseñada para que su base sea muy importante. Si Campazzo no podrá jugar 3 de las 4 ventanas, entonces es posible que haya que cambiar el diseño.

Lo último que podemos agregar es que en la “Americup 2017” el que se lesionó y no pudo jugar fue nada menos que Scola. Sin embargo la selección no solo sobrevivió, sino que jugó bien. Pero estaba armado para que Campazzo sea quien maneje todo. Y lo hizo. Hoy la realidad es otra.

Pablo Tosal
@pablotosal