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Transcurrieron algo más de siete meses- siete meses y cinco días, para ser exactos - desde que los Celtics saltaron por primera vez a la cancha esta temporada. Fue el 25 de octubre del año pasado, en New York, donde pusieron la piedra angular de una 2023/2024 que los tiene en la final, una vez más, como hace dos años, como tantas otras veces a lo largo de su inmensa historia.

Boston está donde quería, donde todos intuían que tenía que estar; fue el número uno de la fase regular luego de haber obtenido 64 victorias y tan solo perder 18 veces. Salvo algún intento de Milwaukee, nunca puso en duda su liderazgo en la conferencia Este, de la que fue rey absoluto.

Porque luego llegaron los playoffs y su paso fue arrollador: registro de 12-2 sin conocer la derrota en condición de visitante (6-0), logrando siete victorias de manera consecutiva, mediante las que accedieron a las finales como por un largo tobogán de hielo. A saber: 4-1 a Miami, 4-1 a Cleveland y barrido frente a Indiana.

Pese los pergaminos mencionados, a ser la mejor ofensiva de la liga con un promedio de 122.2 puntos cada 100 posesiones, y la segunda mejor defensiva con 110.6, a ser el equipo con mayor promedio de triples convertidos (14.6), y ser el tercer mejor porcentaje de cancha en la postemporada (48%), en Massachusetts sienten que el trabajo se encuentra a kilómetros de estar terminado.

A lo lejos ven manchas, apenas una imagen borrosa del objetivo con el que vienen soñando desde que en 2022 los Warriors escupieron su vela. “Siento que nuestra mentalidad está muy clara. Entendemos lo que tenemos que hacer. Lo que necesitamos es terminar esto”. La que habla es la voz de la experiencia de Al Horford, quien recobró la titularidad ante la lesión de Kristaps Porzingis durante las finales de conferencia y volvió a ser tan importante para este equipo como lo fue siempre.

Nadie en Boston se muestra satisfecho, sino todo lo contrario: Son plenamente conscientes de que están a tan solo 4 victorias de cumplir el sueño, tan sencillo y tan difícil como eso. “El tiempo ha pasado, se ha adquirido experiencia. Estamos listos para dar lo mejor de nosotros”, dijo Jaylen Brown, factor X y MVP de la definición ante Indiana.

Tanto Brown como Jayson Tatum saben más que ningún otro jugador de la franquicia lo que significa este momento: Desde su llegada a Boston (2016 y 2017, respectivamente) los Celtics alcanzaron las finales del Este en 6 oportunidades, contando la recientemente ganada ante los Pacers. No obstante, todavía quedan restos en su boca de la bilis amarga de la frustración.

“Yo no sé si ‘celebrar’ es la palabra correcta”, opina Derrick White, una pieza muy importante en la estructura de Joe Mazulla y determinante en el cuarto punto de la serie con un triple que definió el partido a falta de 45 segundos para el final ¿Por qué no lo es? Porque hasta acá es un terreno conocido, y lo que buscan ahora es llegar a la tierra prometida.

El año pasado no pudieron llegar a la final tras ceder ante el Miami Heat; en 2022 se toparon frente a los legendarios Warriors, al tiempo que entre Cleveland (2017 y 2018) y los de South Beach (2020) se encargaron de aguar la fiesta.

Ahora, con el Rubicón de las finales de conferencia ya atrás en el paisaje, los Boston Celtics están ante la gran posibilidad de alzar el tan ansiado Larry O’Brien y alcanzar así a sus archirrivales Lakers, quienes ostentan 18 banners colgados del techo, más que ningún otro equipo de la NBA.

Para ello deberán cortar la segunda sequía más larga en la historia de la franquicia sin obtener campeonatos (2008/2024), sólo por detrás del período 1987/2007, que fuera alterado en 2008 con el recordadísimo equipo encabezado por Kevin Garnett y Paul Pierce. “Estamos hambriento, estamos listos para las finales”, avisa el dominicano Horford. En Boston todo está por hacerse.

Sebastián Cinao
www.pickandroll.com.ar

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