Horno total

• Pablo Tosal (ptosal@pickandroll.com.ar)
• 20/10/2003
• (41 comentarios )

Para la situación que vive Quilmes las palabras siempre son las mismas: Incendio, Infierno o ya en un modo más coloquial y de tribuna: Quilombo. La victoria de Ferro sobre Quilmes por 94 - 102 genera un problema que excede la crónica del partido.

Sucede que Quilmes no sólo perdió su cuarto juego como local en forma consecutiva, anoche Quilmes hizo otro papelón que la gente emula con la derrota ante Andino la temporada anterior. Aunque está clarísimo que este Ferro dista mucho de ser el impresentable equipo riojano de la pasada liga.

Ya no quedan excusas en puerta, el equipo tiene serios problemas. La realidad quilmeña es un hervidero, donde todos son caníbales a la espera de un mártir que se meta a la olla. Y ese infortunado es Pepiche.

La gente alentó hasta faltando 26 segundos, donde el partido ya con el resultado puesto, se detuvo por una falta y el estadio explotó en busca de otro técnico. No hubo silbidos para los jugadores, no hubo reproches para los responsables directos de las victorias y derrotas.

Así lo entendió Diego Prego después de la derrota: “Esperemos que hayamos tocado fondo, pero acá nosotros somos los culpables, la gente se la agarra con Pepo (por el técnico Pepiche), pero nosotros no le pagamos a él que nos trajo a Quilmes, estamos jugando muy mal al básquetbol”. Luego agregó: “Jamás me pasó esto de perder cuatro partidos seguidos de local, espero que a partir de ahora cambie todo”.

Luego del partido Alejandro Pepiche por primera vez se retiró sin hacer declaraciones, y rodeado de 6 policías. Creo que todavía estaba mareado y confundido por el tremendo golpe de realidad que Ferro le dio y los gritos de la gente (popular y platea).

En el juego, Pepiche probó nuevamente muchas variantes, incluso después de seis juegos, instrumentó por primera vez una zona defensiva. Pero nada le resultó. Desde afuera parece que debe probar con unos gritos a sus dirigidos. Si es que le queda tiempo.

Diego Prego, que al final del partido se echó la culpa de la derrota, en medio del juego le reprochaba los cambios al técnico. Evric Gray nunca escuchó un minuto de su coach.Se paraba en una esquina separado de sus compañeros.

Milton Bell, molesto por los rumores de su posible corte, solo quería sumar en ataque y jugó con un tapa ojeras yendo a chocar permanentemente contra los defensores, forzando todo los tiros.

Martín Vaquero tomó decisiones en ataque inverosímiles, de tan increíble factura que en una le erró al aro por más de 50 centímetros. Eso no es un equipo. Y la culpa le cae al jefe, por eso Pepiche es el que soporta el común de los problemas.

El plano deportivo va estrictamente de la mano con la realidad de Quilmes. De alguna manera es injusto relativizar la victoria de un equipo, sea cual fuere, por los problemas del otro. Pero en su estado puro, esa es al verdad.

Ferro carril Oeste es un equipo que llegaba con 5 derrotas y 80.8 puntos a favor de promedio y 96 en contra. Con un solo extranjero y nada que perder.

Desde el minuto cero disfrutó de la excelente noche de un talentoso: Hernando Salles, que ya demostró la temporada pasada sus cualidades y en esta confirma todo lo bueno que se sabe de él.

En los primeros 13 minutos Salles convirtió 22 puntos con un solo triple. Un número difícil de conseguir incluso para Pittman. La defensa (con perdón de la palabra defensa) de Quilmes lo hizo posible. Cuando Salles rompió la primera línea defensiva a Gustavo Fernández o Juan Pablo Sánchez, no hubo nunca una ayuda para contenerlo.
“Solidaridad” es una palabra desconocida para el conjunto local (con perdón de la palabra conjunto).

Algo es seguro, jugando mal, Quilmes tiene gol igual (salvo la noche con Boca), entonces todo los males parecen menores. El primer tiempo lo perdió solo por tres, pero Ferro (el mismo Ferro que traía 80.8 pts a favor de promedio) convirtió 51 puntos.

En el tercer cuarto se vino por primera vez la zona defensiva (1-2-2, con momentos de 2-3), que logró secar por algún tiempo la ofensiva verdolaga. El partido fue parejo en el desarrollo mientras Quilmes veía por primera vez el partido desde arriba en el tanteador: 60-59. Cerró mejor el cuarto con 5 puntos seguidos de Bell y 3 de Gray para sacar un leve ventaja: 76-74.

Luego llegó a ponerse 80-74 (a falta de 6.00). Parecía que había encaminado el carro, pero otra vez se nubló, tiró 1/8 en triples en el último cuarto y dejó la zona para pasar al marcación que más cómodo lo hizo sentir a Ferro: hombre a hombre. Es decir, allanó el camino de su propio fracaso.

Entre Ferrario, Centeno y Strong, más el coraje y la solidez del resto no permitieron segundas instancias y facturaron todos los regalos quilmeños. Salles se encargó de anotar en el otro aro, poniéndole un moño a su actuación.

El final de la película fue el repetido. Cabezas gachas, gente muy disconforme, pedidos de renuncias y el grito ya clásico para que traigan al Huevo Sánchez a su club.

La gente creció en el reconocimiento de los problemas, así como le exige a los políticos mucho más que antes, también lo hace en el deporte. Y esta versión quilmeña 03-04 tiene marcado el sello del Quilmes que se fue al descenso. Solo por eso ya se entiende que todos griten, y mientras desesperan, la pelota ahora la tiene la dirigencia.

Síntesis
Quilmes (94): Gustavo Fernández 10, Milton Bell 25, Diego Prego 21, Evric Gray 16 y Claudio Chiappero 7 (x) (F.I), Martín Vaquero 1, Juan Pablo Sánchez 9, Julián Espeche 3 DT: Alejandro Pepiche.

Ferro Carril Oeste (102): Hernado Salles 38, Edgardo Sesma 10, Maximiliano Maciel 8, Clifford Strong 23 y Ricardo Centeno 6 (x) (FI), Federico Senitzky 7, Julián Olmedo 5, Juan Guldrich 0, Santiago Ferrario 2 DT: Pablo D´Angelo

Parciales: 27-35, 51-54, 76-74
Árbitros: Fernando Sampietro y Javier Mendoza
Estadio: Once Unidos

Pablo Tosal
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