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Panamericanos: ¿Se acabará la maldición?

Prendemos velas, limpiamos con vinagre y pasamos ruda por los rincones de la casa. Hasta el más ateo se volvió creyente. Porque las brujas no existen, pero que las hay, las hay.

Hace cuatro años que la Selección femenina vive una maldición, rodeada de malas decisiones, diagnósticos errados, apuestas que no se dieron y una cuota notoria y preocupante de sobrar situaciones.

Aquel que piense que el subcampeonato sudamericano de San Luis es la excepción a esta regla, es probablemente quién más inmerso en este hechizo esté.

La desidia de las camisetas en Lima 2019 abrió de par en par las puertas de un conjuro que al día de hoy no han sabido resolver.

Primero, porque en ese momento el grupo priorizó callar en beneficio de un par de compañeras; las mismas que meses más tarde y en plena pandemia (y con otro color político en la gobernanza de CAB) sí quisieron denunciar todas las penurias que pasaban, yendo en sentido contrario a lo que habían escrito, firmado e incluso fotografiado con sonrisas junto a la anterior conducción. El tren ya había pasado y el rotundo cambio de postura fue mal visto.

Segundo, porque tras esto un grupo que venía unido hacía más de 10 años se rompió irremediablemente, y nadie dentro de los que podían tomar decisiones, hizo algo para remediar las cosas. La nafta al fuego nunca es solución.

En 2021 volvieron las competencias y Argentina fue descalificada de la AmeriCup por ser (en el mundo) la única Selección que sufrió un brote de COVID, pese a la perfección en los cuidados que se humeaba desde las declaraciones oficiales.

El subcampeonato sudamericano equivale a un chasquiboom. Es la posición histórica de base que aspira nuestro país y en ese torneo fue nuestro techo.

Había tiempo y por sobre todas las cosas recursos (la dirigencia siempre respondió y estuvo a la altura) para que Paris 2024 sea un objetivo alcanzable, pero una vez más esta maldición ahora mutada en desidia hizo lo suyo.

Preselección corta, desconocimiento pleno del presente de nuestro básquet (y del global), incluso de ese minúsculo grupo convocado (se citó hasta una jugadora que aún no tenía el alta médica) y dentro de la cancha, un equipo al cual por todo esto no supieron explotar. Conclusión: no se llegó ni a calle Francia.

Árbol que crece torcido rara vez sus ramas endereza.

Para este Santiago 2023 se sabía que por no ser competencia FIBA los clubes no estaban obligados a ceder jugadoras. De todas formas y como el salmón, se buscó ir contra la corriente pese a que con tiempo se podría haber armado un equipo del ámbito local.

A último momento se convocó a un entrenador debutante (la CAB no comunicó nada, ¿Sigue Gregorio?), que nada tuvo que ver en el envío burocrático de la pre lista (80 nombres) donde asombrosamente no estaba Florencia Fernández.

Argentina llega a estos Panamericanos con un Frankenstein que describe a la perfección lo que han sido estos cuatro años: no es ni un equipo U19 o U23 a proyectar, tampoco es la mejor nómina global posible, ni mucho menos su mejor versión tomando en cuenta las jugadoras que están en la región.

Los partidos hay que jugarlos, pero en la previa todo apunta a que la suerte nacional estará atada únicamente al corazón y la entrega inobjetable de este grupo de chicas. Sumamente valorable, pero pobre si se considera la gran estructura que se suele humear vanagloriante.

Argentina debuta este miércoles en el Grupo "B", enfrentándose desde las 17:30 a Cuba. El jueves desde las 20 cruzará con la anfitriona Chile, mientras que el viernes cerrará la primera fase midiéndose con Puerto Rico a partir de las 17:30.

Los dos mejores avanzarán a semifinales. En el segmento "A" estarán Brasil, México, Colombia y Venezuela.

La nómina nacional está compuesta por Malvina D'Agostino, Valeria Fernández, Agustina García, Candela Gentinetta, Agustina Jourdheuil, Natassja Kolff, Carla Miculka, Delfina Saravia, Camila Suárez, Agustina Marín (se sumó el fin de semana proveniente de Portugal), Magalí Vilches y Victoria Gauna; estas últimas dos viajaron directo a Chile desde España y Canadá.

El cuerpo técnico es comandado por el debutante Mauricio Santángelo, más las asistentes Rocío Pérez y Laura González. A estos se agregan Matías Podestá (preparador físico), Paula Bauza (kinesióloga), Gustavo Sarfati (médico), Christian Pizzarelli (utilero) y Karina Rodríguez (jefa de equipo).

Nos encomendamos a todos los santos. Que de una buena vez la mala racha se termine. Aunque a la luz de los hechos, sobre argumentos lógicos y lejanos a cualquier tipo de esoterismo, será muy difícil. El proceso anterior fue malo, pero este le pelea cabeza a cabeza.

Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes.

Foto: Montaje con imágenes de Matías Pignanelli y Prensa CAB.

Emanuel Niel
En X e Instagram @EmanuNiel

www.pickandroll.com.ar

COMENTARIOS (3)

Gonzalo 24/10/2023

Estimado, comparto que el femenino viene con una racha increíblemente negativa no solo en mayores y mucho de lo que dice esta nota es verdad, tanto en que la nueva dirigencia puso mucho a disposición como que quienes asumieron no encontraron el rumbo (desde el Americup 2021 al de este año)… claro ejemplo, como usted lo describe, en estos Panamericanos va un entrenador debutante, sin desmerecer las capacidades que tenga para estar en ese lugar, y del Sr Martínez ni noticias. En lo que no coincido es en que el proceso anterior fue malo, buscando resultados antes de escribir estas líneas, después del error en las camisetas, el equipo terminó en 5to lugar y en la competencia 3x3 , lograron la 1er medalla de plata en un panamericano, perdiendo en la final contra USA 21-17. Sin que lo tome a mal, a veces se nota que no simpatiza con el CT anterior, pero los resultados hablan por sí solos y eso no puede negarse.

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Kebueno 25/10/2023

Y son todos iguales...como les gusta viajar...12 jugadoras y 8 dirigentes, no jodan

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Gerardo Montoya. 25/10/2023

El factor común a todas las desgracias tiene nombre y apellido Karina Rodrígues.

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